Como Catar Un Vino Blanco?
Fermin De Marco
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Siete trucos para aprender a catar un vino blanco (y parecer un experto)
- Sujetar la copa por la zona del tallo o la base para no calentar el vino.
- Antes de probarlo, observar los colores nos hablará mucho de la uva.
- Oler el vino antes de probarlo es clave para apreciarlo al máximo.
¿Cómo se hace una cata?
La Fase Olfativa – Es la segunda fase. Mediante esta fase, el catador va a conocer los aromas que tiene el vino. En la cata no se habla de olores, se habla de aromas. Los aromas se perciben por vía nasal directa o por la vía retronasal. Al introducir la nariz en la copa, se perciben los aromas por vía nasal directa.
- Aromas primarios Proceden de la uva, de la variedad. Varían en función del lugar donde pertenecen, de la climatología del año, del estado de maduración de la uva
- Aromas secundarios Provienen de la fermentación, básicamente de la transformación del azúcar en alcohol, aldehídos, acetonas y ácidos, producida por las levaduras y otros microorganismos. Estos aromas dependen de la temperatura a que se ha realizado la fermentación.
- Aromas terciarios. Buqué del vino Estos aromas se generan en el envejecimiento del vino en la barrica y en la botella. Durante el proceso, los aromas presentes en el vino se intensifican dando lugar a nuevos componentes.
La cata tiene tres pasos diferentes para apreciar esos tres tipos de aromas: En primer lugar, el catador coge la copa y olfatea el vino sin agitar la copa, metiendo la nariz. Así percibe los aromas primarios. Tras ello, agita la copa y libera los aromas secundarios, aquellos que provienen de la fermentación.
- Serie floral: rosa, jazmín, violeta
- Serie frutal: cereza, piña, manzana, limón
- Serie de fermentación: levadura, miga de pan, galleta, pastelería, bollería fina
- Serie láctea: leche, yogur, mantequilla fresca, queso, levadura
- Serie amílica: plátano, caramelo ácido, laca de uñas, barniz
- Serie confitería: Miel, praliné, pasta de almendras, cake, coco rallado, orejones
- Serie animal: cuero, piel, carne cruda, lana
- Serie balsámica: resina, laurel, mentolados
- Serie especiada: clavo, vainilla, canela
- Serie madera: roble, cedro, tabaco, ebanistería
- Serie empireumática: hidrocarburos, quemado, tostado, ahumado
- Serie vegetal: olores de hierba, de hojas verdes, vegetales o verduras frescas
¿Qué se usa para clarificar el vino?
La clarificación del vino es el tratamiento enológico que otorga limpidez y ayuda a la obtención de su estabilidad física, química y microbiológica. La clarificación consiste en agregar al vino una sustancia que arrastra hacia el fondo todos aquellos elementos que se han quedado en suspensión durante el proceso de elaboración y que pueden ocasionar alteraciones de difícil reparación, como la acidez.
Si la suspensión de las partículas es momentánea, provocada por alguna agitación, bastará el reposo para que el vino se clarifique. Esto puede ocurrir en los vinos que se embarcan o en los que se agitan por la vibración del aire. Si la diferencia entre la densidad del vino y de las partículas es muy pequeña, se conseguirá clarificarlo alterando la razón de densidad de entre ambos extendiendo el vino con alcohol. Si los corpúsculos tienen tal dimensión que puedan ser interceptados por tejido, tales como el papel, fieltro que den libre paso al líquido, será suficiente la filtración. Si las partículas son tan diminutas que sigan filtrando con el líquido, en este caso será preciso aumentar su volumen, densidad y cohesión. En este punto, es cuando el enólogo tiene que recurrir al uso de clarificantes.
Los clarificantes más usados son la albúmina de leche (caseína) y la de huevo (claras). La caseína se usa en vinos blancos y rosados y la clara de huevo en tintos. El efecto de ambos es limpiar los vinos y así se muestran brillantes.